CULEBRÍN VIVÍA EN UN HERMOSO AGUJERO. TODOS LOS DÍAS SALÍA A TOMAR EL SOL POR EL BOSQUE. LE ENCANTABA REPTAR POR DEBAJO DE LAS HOJAS SECAS Y ENTRE LA HIERBA FRESCA.
UN DÍA CULEBRÍN SE ENCONTRÓ UN TESORO DEBAJO DE UNA PIEDRA. ERA UNA HERMOSA MEDALLA DE ORO DE LAS ANTIGUAS. TENÍA LABRADA UNA PEQUEÑA IMAGEN DE UN SOL RADIANTE SOBRE LA CABEZA DE UN TORO. ELLA NO SABÍA QUE PODÍA SIGNIFICAR AQUELLA IMAGEN; PERO LE PARECIÓ MUY BELLA. LA ENGANCHÓ EN SUS DIENTECILLOS AFILADOS Y SE LA LLEVÓ A SU AGUJERO. SE SENTÍA UNA CULEBRA MUY AFORTUNADA. INVITARÍA A TODOS SUS AMIGOS Y AMIGAS A UNA GRAN FIESTA DONDE PODER CELEBRAR LA PRIMAVERA, LA ESTACIÓN MÁS HERMOSA QUE CONOCÍA, LA QUE MÁS ILUSIÓN LE HACÍA Y LA QUE SIEMPRE HABÍA DISFRUTADO DESDE QUE ERA PEQUEÑITA, RECIÉN SALIDA DEL HUEVO.
LA FIESTA FUE POR TODO LO ALTO. HABÍA DE TODO, HASTA CANGREJOS PISTOLEROS RECITANDO HERMOSAS POESÍAS. SE QUEDÓ PRENDADA PARA SIEMPRE DE UNA CANGREJA DESCARADA QUE RECITABA CON MUCHA FUERZA, LA MISMA CON LA QUE ESCRIBÍA Y VIVÍA.
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