MARQUITOS ERA UN NIÑO MUY CHIQUITÍN, MUY CHIQUITÍN. TAN PEQUEÑITO QUE VÍVÍA EN LA CASITA DE MUÑECAS DE SU HERMANA MARTA. MARTA LO QUERÍA MUCHO, Y JUGABA CON ÉL TODOS LOS DÍAS, COMO SI FUERA SU JUGUETE PREFERIDO. ELLA SABÍA QUE ERA SU HERMANO Y NO UN JUGUETE, POR ESO LO CUIDABA Y LO MIMABA MÁS QUE A TODAS SUS MUÑECAS. LE DABA LA MEJOR COMIDITA QUE PREPARABA Y POR LAS NOCHES, CUANDO SE IBAN A DORMIR, LO ARROPABA Y LE DABA MUCHOS BESITOS, DESEÁNDOLE UNA BUENA NOCHE Y FELICES SUEÑOS.
UN DÍA MARQUITOS SOÑÓ QUE SE HACÍA MUY, MUY GRANDE. TAN GRANDE QUE SUS PIERNAS Y BRAZOS SE LE SALÍAN POR LAS VENTANAS Y PUERTAS DE LA CASA, NO DE LA CASITA DE MUÑECAS, SINO DE LA CASA REAL DE SUS PADRES. SE CONVERTÍA EN UN GIGANTE TAN ENORME QUE SE DABA MIEDO A ÉL MISMO.CUANDO DESPERTÓ, SUDOROSO Y ASUSTADO, DEL SUEÑO, LO PRIMERO QUE HIZO FUE IR CORRIENDO A UN ESPEJO Y COMPROBAR QUE SEGUÍA SIENDO IGUAL DE CHIQUITÍN Y DE FELIZ QUE SIEMPRE.
SIEMPRE SE HA DICHO QUE EL TAMAÑO NO IMPORTA. LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE ES LA FELICIDAD; Y DE ESTA, AFORTUNADAMENTE, TENÍA PARA REPARTIR PORQUE SE SENTÍA EL NIÑO MÁS QUERIDO DEL MUNDO.