HABÍA UNA VEZ UNA MARIQUITA MUY PRESUMIDA QUE SE LLAMABA MARQUITA. A ELLA LE ENCANTABA VESTIRSE A LA MODA Y PINTARSE LOS OJOS Y LOS LABIOS CON COLORES LLAMATIVOS. VIVÍA EN UN AGUJERITO DE UN ÁRBOL, JUNTO A SUS PADRES Y HERMANAS. A SUS PADRES NO LES GUSTABA QUE MARQUITA FUERA TAN PRESUMIDA. PENSABAN QUE AÚN ERA MUY PEQUEÑA PARA SER TAN COQUETA; PERO MARQUITA ERA ASÍ Y NO PODÍA REMEDIARLO. DESDE PEQUEÑITA SE ASOMABA A LAS GOTITAS DE AGUA, QUE DEJABA EN LA HIERBA EL ROCÍO, PARA MIRARSE Y SENTIRSE LA MÁS GUAPA DE TODAS LAS MARIQUITAS.
UN DÍA CONOCÍO A UN ESCARABAJO PELOTERO QUE SABÍA MUCHO PORQUE HABÍA VIAJADO POR TODO EL MUNDO. ESTE LE CONTABA HISTORIAS MUY DIVERTIDAS Y MARQUITA SE QUEDABA EMBOBADA ESCUCHÁNDOLO HORAS Y HORAS.
UNA DE LAS HISTORIAS QUE LE CONTÓ TRATABA DE UNA LUCIÉRNAGA QUE, COMO ELLA, ERA TAMBIÉN MUY PRESUMIDA. LA LUCIÉRNAGA SE PREOCUPABA TANTO DE SER LA MÁS GUAPA DE SU GRUPO QUE UNA NOCHE QUE SE QUEDÓ TAN ABSTRAÍDA MIRÁNDOSE EN UN CHARCO, UN SAPO ENORME SE LA COMIÓ DE UN BOCADO SIN ELLA PERCATARSE. HABÍA ESTADO TAN PENDIENTE DE SU ASPECTO QUE DESCUIDÓ ESTAR ATENTA A LOS RUIDOS DEL BOSQUE Y PROTEGER ASÍ SU VIDA.
AQUELLA HISTORIA LE HIZO PENSAR A MARQUITA. SE LLEVÓ TODO EL DÍA DÁNDOLE VUELTAS A LA CABEZA. ELLA NO QUERÍA QUE LE OCURRIERA LO MISMO QUE A LA LUCIÉRNAGA. ASÍ QUE DECIDIÓ QUE PARA SER GUAPA SÓLO BASTABA ASEARSE TODOS LOS DÍAS Y NO PINTARSE LA CARA COMO UNA MONA. DESDE AQUEL DÍA MARQUITA VIVE MUY FELIZ SIN NECESIDAD DE TANTA ROPITA DE MARCA NI TANTA PINTURITA DE LA CARA.
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